viernes, noviembre 15, 2024
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Los 15 mejores jugadores sin anillo de la historia de la NBA – AS

BALONCESTO
14 veces all star, 2 veces MVP y el mejor pívot de la liga en los 90, además de uno de los mejores de la historia. Con una sólida línea estadística de 24,4 puntos, 10,4 rebotes y 3,7 asistencias en las dos Finales que jugó. Ambas ante Michael Jordan y los Bulls. Palabras mayores. Y aún así de las ocho derrotas que les dejaron sin anillo esas dos temporadas seis fueron por cinco o menos puntos. Malone tuvo que ver más que nadie en eso. Con 40 hizo una última intentona en los Lakers, pero los Pistons hicieron saltar por los aires en las Finales de 2004 un proyecto que llevaba tres anillos consecutivos.
Si no fuera por Jordan (no es la última vez que se le va a nombrar en este artículo), Charles Barkley habría sido MVP de las Finales en 1993 (ya lo fue de la temporada regular) después de firmar 27,3 puntos, 13 rebotes y 5,5 asistencias de media. Y, claro, tendría un anillo. Pero los Suns cayeron en seis partidos con los Bulls. Nunca volvió a estar tan cerca, pero eso no empaña la carrera de uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte, un ala-pívot con un físico adelantado a su época.
Si hay algún jugador que no tenga el anillo y lo merezca más que nadie seguramente ese sea Elgin Baylor. Por promedio, sexto máximo anotador (27) y duodécimo máximo reboteador (12,9) en la historia de los playoffs, los que le vieron en la versión previa a su lesión de 1965 dicen que fue los más parecido que ha habido a Michael Jordan… Cuando éste era sólo un bebé. Miembro de aquellos Lakers de los 60 que perdieron hasta ocho Finales de la NBA, siete de ellas contra los Boston Celtics, cuatro en el séptimo partido, dos de ellas por dos puntos y una por tres en la prórroga. En la 71-72 jugó nueve partidos de liga regular antes de retirarse lastrado por las lesiones. Aquella temporada los Lakers rompían la sequía y se hacían con un anillo que, de manera oficiosa, también se lo dieron a Baylor. Oficialmente se quedó sin él.
Máximo asistente de la historia de la Liga (gobernó la estadística en 9 de sus 19 temporada en la NBA), John Stockton tuvo el mismo problema que Karl Malone: los Chicago Bulls. En 1997, en las finales de Conferencia, metió la que seguramente sea la canasta más importante de su carrera. Un triple para clasificar a Utah Jazz a las primeras Finales de su historia eliminando a unos Rockets dos veces campeones. Pero tanto ese año como el siguiente no pudieron acabar con Jordan y compañía. Uno de los mejores bases de siempre se quedó con la miel en los labios.
Primer jugador en activo de la lista y uno que puede dejarla dentro de poco. De momento está con sus Suns en la final del Oeste, un nivel que hace no tanto ni siquiera había alcanzado. Fue en 2018 cuando rompió el techo de las semifinales de Conferencia con los Houston Rockets. Y aquella vez parecía la indicada para llegar a las Finales cuando se pusieron 3-2 arriba ante los Warriors y ventaja en el sexto. Pero entonces se lesionó en el muslo y el equipo acabó perdiendo la eliminatoria. El destino ha dado una nueva oportunidad a otro de los mejores bases de la historia, cuatro veces máximo asistente de la Liga y 6 veces máximo ‘ladrón’.
Otro base irrepetible que no ha jugado nunca unas Finales de la NBA. En su caso, ni siquiera unas de Conferencia. Sus Suns, un equipo histórico en temporada regular, con unos niveles de eficiencia ofensiva nunca vistos hasta entonces, ni siquiera llegaron a forzar un séptimo partido de semifinales de Conferencia las tres veces que llegaron hasta allí. Pero eso no quita para reconocer al canadiense como uno de los grandes jugadores sin anillo. Todo un MVP por partida doble (no hay muchos que puedan decir eso), motor y cerebro de un equipo que en cierta manera marcó el camino del baloncesto en la última década.
Otro legado emborronado por Michael Jordan. Los Knicks de Patrick Ewing se enfrentaron cinco veces en playoffs con los Bulls del ‘23’… Y cinco veces perdieron. Con la retirada momentánea del escolta por fin llegaron a las Finales en 1994, pero allí Ewing se encontró de frente a Hakeem Olajuwon. Y aunque el de los Knicks es uno de los mejores pívots de siempre, el de los Rockets es casi el mejor (hay competencia: Kareem, Chamberlain, Russell, Shaquille…). Y eso se notó. Entre Olajuwon y Karl Malone le dejaron sin trofeos individuales, a pesar de ser 11 veces all star y acabar 7 veces en los mejores quintetos y 3 en los defensivos.
Uno de los competidores más feroces que se hayan visto en una cancha de baloncesto y uno de los mejores triplistas de la historia (el tercero en números absolutos tras Ray Allen y Stephen Curry). Con sus Pacers perdió tres séptimos partidos en finales de Conferencia contra tres equipos distintos. Cuando por fin accedieron a la última ronda en el año 2000, el equipo en general y él en particular fueron borrados del mapa por los Lakers.
Un jugador único en su especie, que revolucionó el panorama de la NBA a finales de los 90 y principios de los 2000. Cuatro veces máximo anotador de la Liga, MVP en 2001. Su momento cumbre nunca estuvo tan cerca de llegar como en esa temporada. Llevó (él más que nadie) a los Sixers a las Finales, última vez que esta franquicia histórica lo ha logrado. Y en su primer partido iba a meterles 48 puntos a los Lakers, defensores del título. Hasta ahí llegó su asalto al anillo. Los angelinos ganarían los siguientes cuatro partidos y Iverson nunca más volvió a estar en condiciones de ser campeón de la NBA. Pero eso no ha impedido que sea recordado por todos los aficionados a este deporte.
La única incursión hasta ahora de ‘La Barba’ en unas Finales de la NBA fue hace 11 años, cuando aún era suplente en Oklahoma. Aquel equipo, todavía bastante joven, cayó ante los Miami Heat del Big Three, pero parecía destinado a triunfar en un futuro. Harden fue el primero en abandonar el barco antes de testar esta teoría. En Houston se convirtió en uno de los mejores jugadores de la Liga, MVP en 2018 y máximo anotador tres veces (en cifras sólo vistas en Chamberlain y Jordan).
Uno de los jugadores más espectaculares de la historia. Máximo anotado en 1986, sus duelos en los concursos de mates, sobre todo con Jordan, son inolvidables. Su gran momento en los playoffs fueron los 47 puntos ante los Celtics de Larry Bird en… Semifinales de Conferencia. Nunca pasó esa barrera. De hecho, es el jugador que más veces ha ido al All Star (9) sin jugar una final de Conferencia.
Un jugador normalmente infravalorado. Uno de los grandes anotadores de principios de los 80 que encabezó la Liga en puntos anotados dos veces (1981 y 1984) y que promedió más de 30 puntos por noche en ese lapso de cuatro años. Todo eso ocurrió en Utah. Cuando años después se fue a Detroit estuvo a punto de ganar el anillo en dos ocasiones, pero las dos se quedó a las puertas por motivos bien distintos. La primera, en 1988, al perder el séptimo partido contra los Lakers. La segunda, al año siguiente, cuando le traspasaron después de jugar 42 partidos de temporada regular. Los Pistons acabarían llevándose ese año el primer anillo de su historia.
Uno de los grandes exteriores de la historia, también bastante olvidado en muchas ocasiones. 12 veces all star, 7 veces en los mejores quintetos, 4 veces máximo anotador… El mejor jugador de la historia de los Spurs hasta la llegada de David Robinson y, después, la de Tim Duncan. Nunca jugó unas Finales y fue con ellos con quien estuvo más cerca. En 1979 metió 42 puntos en el séptimo partido de la final de Conferencia a los Washington Bullets, pero los de San Antonio se quedaron sin premio.
Tercero y último de los jugadores en activo en esta lista. Un jugador que no deja indiferente: o le amas o le odias. Estadísticamente hay que remontarse a Oscar Robertson para encontrar algo igual. El base de los Bucks fue durante décadas el único en firmar una temporada con promedio de triple-doble en puntos, rebotes y asistencias. Westbrook ya lleva cuatro. MVP en 2017, 9 veces all star y en los mejores quintetos, con Durant al lado llegó a unas Finales y a tres finales de Conferencia. Desde que se marchó el alero de Oklahoma no ha vuelto a acercarse a esos registros, ni en Houston ni este año en Washington. Un físico nunca visto en el puesto de base y una toma de decisiones cuestionable en muchos momentos importantes han marcado hasta ahora la carrera de un jugador fundamental en la NBA de la última década.
Es curioso como algunos jugadores que han sido muy grandes no viven su momento de gloria hasta que no están en el ocaso de su carrera. En el caso de Tracy McGrady no se puede definir como momento de gloria las Finales de 2013 porque los Spurs, equipo que le reclutó de la liga china en abril, perdió las Finales en siete partidos ante los Heat. Pero al menos le permitió al escolta llegar a la última eliminatoria por el título por primera vez en su carrera, aunque sólo jugase 14 minutos en total en la serie. Antes de eso todo había sido perder en primera ronda, con Houston, cuando las lesiones empezaron a hacer mella en él, y antes con Orlando y Toronto, cuando impresionó a la NBA con un nivel de juego altísimo. No en vano estamos hablando de un 2 veces máximo anotador de la Liga y 7 veces elegido en los mejores quintetos de la temporada.
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